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domingo, 5 de diciembre de 2010

La «prueba de la fe»


Uno de los factores más importantes para la sanación es la fe, la certidumbre de que Dios nos ama, se preocupa por nuestra salud y felicidad y nos cuidará pase lo que pase. Antes de curarnos, Dios suele poner a prueba nuestra fe: quiere ver si vamos a creer Sus promesas y seguir amándolo y confiando en Él aunque nos parezca que no nos vamos a curar nunca. ¿Por qué habría de premiarnos con la sanación si nosotros no lo honramos con nuestra fe?
Las enfermedades crónicas pueden constituir una fuerte prueba. Lamentablemente, a veces nos llevan a resentirnos y quejarnos, y hasta nos inducen a guardarle rencor a Dios si Él no nos cura como quisiéramos o como consideramos que debería hacerlo. «No me quiere, no se preocupa por mí, porque no me sana». Esa reacción denota una falta total de fe, y «sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan»12.
Dios puede y quiere curarnos, pero primero debemos desear lo que Él quiere y lo que Él sabe que es mejor para nosotros, sin reservas. También debemos rectificar los problemas espirituales o físicos que puedan estar afectando la situación. Luego podemos orar y encomendarnos por completo a Dios. Así seguro que obtendremos resultados.
1. Malaquías 3:6
2. Hebreos 13:8
3. Jeremías 32:27
4. Romanos 10:17
5. Mateo 8:2,3
6. Juan 14:14
7. Salmo 84:11
8. 2 Pedro 1:4
9. Isaías 45:11
10. Marcos 11:24
11. 1 Juan 5:14,15
12. Hebreos 11:6
Oracion para recuperar la salud
A continuación presentamos una oración modelo basada en los principios descritos en este libro. Se da por sentado que la persona que la va a hacer ya ha aceptado la salvación que Jesús nos ofrece (v. la página 53). Se puede repetir textualmente o adaptarla a las necesidades del caso.
Jesús, te doy gracias por el privilegio de conocerte. Te agradezco que te hayas hecho parte de mí, que me hayas concedido vida eterna y reservado un lugar en el Cielo. Te inmolaste por mí porque me amas. Todo lo que pueda decir para agradecértelo es poco.
Gracias por permitir que Tu cuerpo fuese azotado y maltratado. «Por Tus heridas hemos sido sanados»1. Así ahora, además de gozar de sanidad espiritual, puedo beneficiarme del inapreciable don de la curación física. Valoro inmensamente el sacrificio que hiciste siglos atrás y también el poder sanador que has puesto a nuestra disposición hoy en día.
Cuando estuviste en la Tierra hiciste milagros y curaste enfermedades, y la Biblia señala que eres «el mismo ayer, hoy y por los siglos»2. Eso significa que tienes poder para sanarme ahora que estoy débil y mal de salud y te necesito. Te pido humildemente que me toques y me sanes. Líbrame de esta dolencia en el momento que consideres oportuno y de la forma que creas más conveniente.
Si hay algo en mi vida que debo enmendar para poder recibir Tu sanación, indícamelo, por favor. Con gusto efectuaré los cambios que hagan falta para que mi vida armonice más con los principios que Tú nos enseñaste.
Te pido esta curación no sólo por interés personal; quiero tener salud y fuerzas para ayudar y servir a otras personas que me necesiten. Deseo darles a conocer Tu amor y Tu poder sanador.
Tengo fe en lo que dijiste de que todo lo que pidamos en oración, creyendo, lo recibiremos3. Confío en Tu poder y en la eficacia de la oración. Espero que en respuesta a esta oración se note un cambio, una mejoría, algunos progresos palpables. ¡Te lo agradezco de corazón! Amén.
1. Isaías 53:5
2. Hebreos 13:8
3. Mateo 21:22

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