Esos seres tan queridos para ti que llevas en el alma están a salvo en Mis brazos. No temas, pues, ni llores por los que han ido a recibir su galardón. Se fueron a descubrir nuevos horizontes, a gozar de días más radiantes. Traspasaron la puerta y están del otro lado. No los has perdido. No han desaparecido. No has perdido su amor. ¡Están tan vivos como siempre!
Aunque no los veas ni puedas tocarlos, besarlos o contemplar su rostro, viven. ¡Viven! Esta separación es momentánea, esta corta distancia que te separa de ellos desaparecerá. Por tanto, no llores. Cobra ánimo.
Consuélate y halla esperanza sabiendo que Yo lo hago todo bien. Sea que dé o sea que quite, lo hago todo por amor. Debes entender que toda situación, toda circunstancia, todo detalle, provienen de Mi mano. Soy tu Padre, y no he hecho esto para lastimarte, destruirte o hacerte pedazos; lo he hecho por amor. Aunque ahora no lo comprendas, es un gran honor para ti que me haya llevado en Mis brazos a tu querido tesoro.
Ven, pues, a Mis brazos. Recuesta tu cabeza cansada en Mi pecho. Encuentra calor, consuelo y ternura en Mi seno. Deja que enjugue tus lágrimas y alivie tus heridas a besos.
No sollocen por su pequeñito que ha partido en vuelo hacia Mi Reino celestial. No lloren por él, pues está a salvo en Mis brazos. Yo lo protejo y lo guardo, lo amo y lo auxilio. Está a salvo y libre, sano y feliz. Es mi preciado corderito y lo he traído a casa donde puede estar en paz. Goza de mucha vida y continúa aprendiendo, creciendo y madurando. Aguarda pacientemente el día en que ustedes vuelvan a reunirse con él y sean otra vez una familia feliz. Llegará el día en que volverá a estar en brazos de ustedes y podrán besarlo, amarlo y decirle todas las cosas que quieran. Podrán decirle todo lo que habrían querido cuando estaba con ustedes en la tierra.
En breve volverán a verlo, resplandeciente y feliz. En un decir amén estarán haciendo todo lo que les encantaba hacer juntos: jugar, correr y aprender. Su hijito no está lejos de ustedes. No está muerto, no se extinguió. Solamente lo he traído a Mis brazos por un momento para prodigarle cuidados y consuelos. Velaré por él hasta que se reúnan nuevamente.
No lloren más por su hijo. Ahora los representa aquí en Mi Reino y será un auxilio y apoyo para ustedes en su hora de necesidad. Los ama entrañablemente y está orgulloso de que hayan sido sus padres. Está muy estimulado y emocionado de estar aquí en Mi Reino celestial. Se encuentra en muy buenas manos. No se preocupen. Tengan paz.
Le tenías un cariño inmenso a tu madre. Era tu buena amiga, compañera y maestra. Transmitía mucha seguridad y alegría a tu vida. Comprendo la sensación de pérdida que te embarga. Mas no te preocupes; esta separación será momentánea. Pasará rápidamente y te volverás a reunir con ella. Ustedes dos gozarán entonces de mucho amor, y te invadirá una gran alegría y sentimiento de gratitud. Darás muchas voces de alabanza por no haberte rendido. Agradecerás que seguiste confiando hasta el final.
He traído a este hijo Mío a Mi Reino y a Mis brazos. Esta pérdida que sufres es transitoria. Las recompensas con que Yo te honraré serán mucho mayores. No temas, pues, ni pierdas valiosos momentos lamentándote y culpándote. No te eches la culpa ni asumas el sentimiento de condenación con que el Diablo pretende agobiarte. Esos pensamientos -de culpabilidad, de remordimiento, de congoja profunda, de autocensura y de letargo- no provienen de Mí. Son obra de Satanás, que intenta robarte las fuerzas y la alegría.
No temas, no añores, no llores. Más bien regocíjate de que el que amas tan entrañablemente está ahora a salvo en Mi Reino. Está a Mi amparo y en condiciones de realizar Mi voluntad y cumplir el propósito para el que fue creado.
No se turbe vuestro corazón, amados Míos. He ido formando a vuestro amado hijo, que no era más que un muchacho, hasta convertirlo en un hombre. Es una vasija útil en Mi Reino. Aquí lo quieren mucho y es fuente de alegría para mucha gente, pues vosotros le demostrasteis mucho amor. Os volcasteis a él, sacrificasteis vuestro tiempo y energías, le prodigasteis muchos cuidados y ternura. Vuestra inversión ahora rinde su fruto: vuestro hijo rebosa ahora de amor y ternura, gracias a todo el afecto y atención que vertisteis en él.
Aunque no los veas ni puedas tocarlos, besarlos o contemplar su rostro, viven. ¡Viven! Esta separación es momentánea, esta corta distancia que te separa de ellos desaparecerá. Por tanto, no llores. Cobra ánimo.
Consuélate y halla esperanza sabiendo que Yo lo hago todo bien. Sea que dé o sea que quite, lo hago todo por amor. Debes entender que toda situación, toda circunstancia, todo detalle, provienen de Mi mano. Soy tu Padre, y no he hecho esto para lastimarte, destruirte o hacerte pedazos; lo he hecho por amor. Aunque ahora no lo comprendas, es un gran honor para ti que me haya llevado en Mis brazos a tu querido tesoro.
Ven, pues, a Mis brazos. Recuesta tu cabeza cansada en Mi pecho. Encuentra calor, consuelo y ternura en Mi seno. Deja que enjugue tus lágrimas y alivie tus heridas a besos.
No sollocen por su pequeñito que ha partido en vuelo hacia Mi Reino celestial. No lloren por él, pues está a salvo en Mis brazos. Yo lo protejo y lo guardo, lo amo y lo auxilio. Está a salvo y libre, sano y feliz. Es mi preciado corderito y lo he traído a casa donde puede estar en paz. Goza de mucha vida y continúa aprendiendo, creciendo y madurando. Aguarda pacientemente el día en que ustedes vuelvan a reunirse con él y sean otra vez una familia feliz. Llegará el día en que volverá a estar en brazos de ustedes y podrán besarlo, amarlo y decirle todas las cosas que quieran. Podrán decirle todo lo que habrían querido cuando estaba con ustedes en la tierra.
En breve volverán a verlo, resplandeciente y feliz. En un decir amén estarán haciendo todo lo que les encantaba hacer juntos: jugar, correr y aprender. Su hijito no está lejos de ustedes. No está muerto, no se extinguió. Solamente lo he traído a Mis brazos por un momento para prodigarle cuidados y consuelos. Velaré por él hasta que se reúnan nuevamente.
No lloren más por su hijo. Ahora los representa aquí en Mi Reino y será un auxilio y apoyo para ustedes en su hora de necesidad. Los ama entrañablemente y está orgulloso de que hayan sido sus padres. Está muy estimulado y emocionado de estar aquí en Mi Reino celestial. Se encuentra en muy buenas manos. No se preocupen. Tengan paz.
Le tenías un cariño inmenso a tu madre. Era tu buena amiga, compañera y maestra. Transmitía mucha seguridad y alegría a tu vida. Comprendo la sensación de pérdida que te embarga. Mas no te preocupes; esta separación será momentánea. Pasará rápidamente y te volverás a reunir con ella. Ustedes dos gozarán entonces de mucho amor, y te invadirá una gran alegría y sentimiento de gratitud. Darás muchas voces de alabanza por no haberte rendido. Agradecerás que seguiste confiando hasta el final.
He traído a este hijo Mío a Mi Reino y a Mis brazos. Esta pérdida que sufres es transitoria. Las recompensas con que Yo te honraré serán mucho mayores. No temas, pues, ni pierdas valiosos momentos lamentándote y culpándote. No te eches la culpa ni asumas el sentimiento de condenación con que el Diablo pretende agobiarte. Esos pensamientos -de culpabilidad, de remordimiento, de congoja profunda, de autocensura y de letargo- no provienen de Mí. Son obra de Satanás, que intenta robarte las fuerzas y la alegría.
No temas, no añores, no llores. Más bien regocíjate de que el que amas tan entrañablemente está ahora a salvo en Mi Reino. Está a Mi amparo y en condiciones de realizar Mi voluntad y cumplir el propósito para el que fue creado.
No se turbe vuestro corazón, amados Míos. He ido formando a vuestro amado hijo, que no era más que un muchacho, hasta convertirlo en un hombre. Es una vasija útil en Mi Reino. Aquí lo quieren mucho y es fuente de alegría para mucha gente, pues vosotros le demostrasteis mucho amor. Os volcasteis a él, sacrificasteis vuestro tiempo y energías, le prodigasteis muchos cuidados y ternura. Vuestra inversión ahora rinde su fruto: vuestro hijo rebosa ahora de amor y ternura, gracias a todo el afecto y atención que vertisteis en él.
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