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viernes, 17 de diciembre de 2010

La fuerza de nuestras oraciones


La oración es muy eficaz. Cuando oramos, se producen cambios. Dios responde a nuestras plegarias. Él promete: «Si algo pidiereis en Mi nombre, Yo lo haré»6, y la Biblia también dice: «No negará ningún bien a los que andan en integridad»7. Tienes a tu favor todas las promesas de la Biblia, «preciosas y grandísimas promesas»8. Por eso, cuando le pidas a Dios que te sane o cualquier otra cosa, preséntaselas para recordárselas. Al hacerlo estarás declarando categóricamente tu fe, lo cual a Dios le agrada.
Generalmente no ves la bendición -en este caso, la curación- en el instante en que comienzas a rezar por ella. Cuentas con las promesas de Su Palabra; pero ¿cómo sabes que las va a cumplir? Tienes que poner a Dios a prueba. Tienes que poner esas promesas a prueba. Tienes que instar a Dios a manifestar Su poder. Él hasta llega a decirnos: «Mandadme acerca de la obra de Mis manos»9. Hazle cumplir Su Palabra. Exígele que te responda y cuenta con que lo hará. Lo ha prometido. Deposita tu fe en el Señor e invoca pasajes de las Escrituras. Dios está obligado a cumplir Su Palabra. Así que recuérdasela, aférrate a Sus promesas, apréndetelas de memoria y recítalas en todo momento. No dudes ni por un instante que Dios va a responder, y lo hará. Tiene que hacerlo. Quiere hacerlo. Confía en Él.
Jesús dice: «Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá».10 «Esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho»11. Lo único que tenemos que hacer es creer Sus promesas y orar, contando con que nos responderá.

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