Los milagros no son cosa del ayer. Dios sigue vivo y en perfecto estado, y actúa hoy en día con el mismo poder de siempre entre quienes confían en Él. Dice: «Yo el Señor no cambio»1, y sabemos que «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos»2.
Al Dios de toda la creación, obrar una curación no le supone gran cosa. Si es capaz de crear el cuerpo humano, desde luego es capaz de repararlo. Dice: «Yo soy el Señor, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para Mí?»3
Esa es apenas una de las múltiples promesas que hay en la Biblia, promesas que podemos reivindicar y esperar que Él cumpla, promesas que te infundirán fe en la capacidad de Dios de curar sobrenaturalmente. La fe viene poco a poco a consecuencia de oír la Palabra de Dios4. Se edifica sobre el cimiento de la Palabra. Por eso, léela con oración y pide a Dios que fortalezca tu fe.
Dios no sólo es capaz de curarnos, sino que quiere hacerlo. Cuando un pobre leproso se acercó a Jesús y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme», Jesús extendió la mano y tocándolo le dijo: «Quiero; sé limpio». Y al instante su lepra desapareció»5. Él está más deseoso de dar que nosotros de recibir. Lo único que nos pide es que lo honremos con nuestra fe, creyendo Su Palabra y Sus promesas.
Al Dios de toda la creación, obrar una curación no le supone gran cosa. Si es capaz de crear el cuerpo humano, desde luego es capaz de repararlo. Dice: «Yo soy el Señor, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para Mí?»3
Esa es apenas una de las múltiples promesas que hay en la Biblia, promesas que podemos reivindicar y esperar que Él cumpla, promesas que te infundirán fe en la capacidad de Dios de curar sobrenaturalmente. La fe viene poco a poco a consecuencia de oír la Palabra de Dios4. Se edifica sobre el cimiento de la Palabra. Por eso, léela con oración y pide a Dios que fortalezca tu fe.
Dios no sólo es capaz de curarnos, sino que quiere hacerlo. Cuando un pobre leproso se acercó a Jesús y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme», Jesús extendió la mano y tocándolo le dijo: «Quiero; sé limpio». Y al instante su lepra desapareció»5. Él está más deseoso de dar que nosotros de recibir. Lo único que nos pide es que lo honremos con nuestra fe, creyendo Su Palabra y Sus promesas.
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