TRADUCTOR DE LA PAGINA EN OTROS IDIOMAS

lunes, 13 de diciembre de 2010

Andar con Dios


En la medida en que te unes más a Mí y dejas que Mi amor y Mi Espíritu guíen todos tus pasos, más logras y más feliz eres. He ahí la clave del éxito, ya sea en esta vida o en la venidera.

Déjame que te revele el secreto de una conexión instantánea y perfecta conmigo. En cualquier momento, a cualquier hora, cuando te parezca que te has equivocado un poco, que el valor te abandona, que tus ánimos menguan, que tu felicidad y alegría disminuyen a causa de una conversación que tuviste, de unas palabras que oíste o de los ataques que te lanza Satanás, deténte por un momento y concéntrate en Mí.
Concentra el pensamiento en una imagen Mía y deja de pensar en tu trabajo. Despreocúpate de tanto atareamiento; deja de afanarte por los logros; abandona el ajetreo, las ocupaciones. Deja a un lado lo que ocupa tus pensamientos y entra en los aposentos del corazón. Abre la puerta y entra al aposento de Mi amor. Entra con paso suave, que te espero ahí. No te pido que me dediques mucho tiempo cada vez. Sólo te pido que con asiduidad me dediques breves momentos durante el día.
Ese es el secreto: que te escapes un rato varias veces al día para estar conmigo; que me tengas siempre presente en tus pensamientos y en lo que hagas. Habiendo gozado de Mi compañía te llevarás contigo un poco más de Mi resplandor, de Mi presencia, de Mi sabiduría, de Mi poder y de Mi Espíritu. Ello te ayudará en tus labores y en las decisiones que tomes.

Me deleito en el deseo que sientes por Mí. Cuanto más me deseas tú, más te deseo Yo. Ya te dije que si te acercabas a Dios, Él se acercaría a ti. Yo amo a todos Mis hijos. Cada uno es muy querido y entrañable para Mí. Pero paso más tiempo con los que me desean, con los que me aman.
Cuando haces una pausa y me llamas, se produce un vacío en el espíritu que puedo llenar. En cuanto oigo tu voz que me llama, Mi atención se vuelca hacia ti. Acudo a ti, te amo, te hablo y satisfago tu necesidad. Como dije, pide y se te dará, busca y hallarás, llama y se te abrirá. Del mismo modo, cuando me llames, cuando me busques, cuando toques suplicante a Mi puerta, ten la certeza de que allí estaré.
Búscame y me hallarás; implórame y allí estaré. Quienes más me aman, más tendrán de Mí. Estoy a la disposición de todos; no obstante, quienes me tendrán serán los que clamen a Mí de todo corazón. Me hallan los que temprano me buscan. Me poseerán los que clamen a Mí, los que invoquen Mi Nombre.

Esta es la paradoja de Dios: que los que carecen de fuerza propia irán de poder en poder. Mas los que se consideran fuertes, irán de debilidad en debilidad.
Debes poner los ojos en Mí si deseas el poder que solo Yo te puedo comunicar. Debes dejar de lado tu fuerza a cambio de la Mía. Tu fuerza humana no es sino debilidad según Mi óptica, y debiera serlo también según tu óptica. Cada uno debe tomar conciencia de esto personalmente.
Delante de ti están la fuerza y la debilidad. Te infundiré Mi fuerza si a cambio depones la tuya, la cual Yo califico de debilidad. Escoge hoy. Yo te daré abundantemente si de buen corazón entregas la vida para que otros vivan. El que procura salvar su vida, la perderá. Esta es la paradoja de Dios.

Eres como una piedra preciosa que no solo refleja la luz, sino que irradia calidez; calidez de espíritu, calidez que se traduce en compasión, en consuelo, en amor. Pero debes comprender que la verdadera calidez divina, el auténtico consuelo, la compasión y el amor divinos, provienen de permanecer en Mí, en Mis Palabras, y de dejar que ellas y Yo permanezcamos en ti. No es posible verter el amor, la compasión y el consuelo de Dios si no se está lleno de Mí.
Aprende, pues, a reposar en Mis brazos, a comulgar conmigo, a recibir de Mí, a absorber Mis Palabras, Mi Espíritu y Mi amor.
Debes acercarte a Mí para llenarte hasta rebosar y para que Mi Espíritu se vierta por medio de ti en gran abundancia. ¿Cómo puedes hacerlo? Amándome, acudiendo a Mí, absorbiendo Mis Palabras, creyendo, entregándote, poniendo por obra lo que te mando hacer. Por medio de esas pequeñas pruebas de amor, esos pequeños actos de obediencia, aprenderás a acercarte a Mí y a hacer lo que te mando que hagas. Así te llenarás de Mí, de Mi amor y Mi Espíritu.
Déjame que te envuelva con Mis manos, para que puedas absorber Mi calor y reflejar Mi luz. Por conducto de ti, Mi calor se irradiará entonces hacia los demás.

A lo largo de generaciones los hombres se han debatido entre apoyarse en el brazo de la carne -la fuerza humana- y recurrir al poder de Dios. Desde el principio de los siglos hasta el día de hoy, todos Mis hijos se han visto en el dilema de apoyarse en sus propias fuerzas o reclinarse en Mí. No han alcanzado a comprender que su servicio lo deben llevar a cabo con Mi poder, Mi energía y Mi fuerza; que ese es Mi deseo.
No han llegado a comprender del todo lo eficaz que es Mi poder mediante la oración, mediante Mi Palabra, mediante Mi guía. El poder y la fortaleza de Dios son enormes. Sin embargo, Mis hijos no lo aprovechan tanto como podrían.
¿No os dije: «Cuando claméis a Mí con todo el corazón, responderé»; «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá»? Esas no son meras palabras de hombre. ¡Son promesas de Dios! Servíos de estas promesas Mías y creed. Entonces tendréis unas fuerzas y un poder que desconocéis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario