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viernes, 17 de diciembre de 2010

Capítulo 1 - Principios


Te amo, sí, a ti
El amor que abrigo por ti es imperecedero, inextinguible. Llega hasta la estrella más alejada y hasta las profundidades del mar. Mi amor por ti es permanente. Es para ahora y es eterno. Es un amor vivo, efervescente. Deseo que lo conozcas plenamente para que tu fe florezca y tengas el convencimiento de que puedo y deseo satisfacer todas tus necesidades. Morí por ti y ahora vivo por ti. ¡Haré cualquier cosa por ti!
Anhelo consolarte, darte alivio y derramar sobre ti Mi bálsamo sanador, para disipar tus preocupaciones, temores y frustraciones, y para enjugar todas tus lágrimas. Te ofrezco Mi amor en este momento. Con él llenaré tu corazón hasta rebosar. Solo tienes que pedírmelo. En cualquier lugar, en cualquier momento del día o de la noche, estaré a tu lado para manifestarte Mi amor de algún modo. Cuando sientas confusión, te daré paz. Cuando tengas miedo, te reconfortaré. Cuando te asalten las dudas, te infundiré fe. Cuando te agobie el estrés, te calmaré. Cuando sientas que andas a la deriva y que no tienes a nadie, te haré compañía. Cuando todo parezca oscuro y tormentoso, seré tu antorcha. A veces me manifestaré a ti con actos muy sencillos; otras, con hechos más contundentes; pero siempre estaré contigo, dispuesto a bañarte con amor, deseoso de hacerlo. Nunca te defraudaré, te lo prometo.

Asistencia las 24 horas
No quiero que veas esta enfermedad como una prueba de la que Yo me desentiendo, en la que te abandono a tu suerte. En realidad nunca ha sido así, y de ninguna manera quiero que lo sea ahora.
Se me parte el corazón al verte sufrir, no solo a causa del dolor físico, sino también por las consiguientes batallas mentales y espirituales, la sensación de impotencia y de desesperación. Créeme, nunca permitiré que a ti, que me amas, te ocurra algo que de algún modo no redunde en tu bien. Aférrate a esa promesa.
Sé que sufres, y eso me conmueve. Estoy aquí mismo, a tu lado. En realidad, aún más cerca: te envuelvo, cubro todos los puntos dolorosos y te proporciono alivio como solamente Yo sé hacerlo. No te dejaré ni por un instante.
En los momentos de dolor, te daré un respiro. En los momentos de angustia, seré tu consolador. Cuando te asalten las dudas, avivaré tu fe. En tu hora más oscura, seré la luz que te guíe. En tu tormento, seré tu refugio. Cuando sientas un vacío por dentro, lo seré todo para ti.
Eficacia curativa de la oración
El cuerpo humano es vulnerable a las enfermedades y dolencias. Está constituido así. Hay ciertas precauciones que puedes tomar para conservarte saludable y algunos remedios de los que puedes valerte para facilitar el proceso natural de curación; pero nada de eso es una panacea para todos los males, nada consigue resultados permanentes, y a veces esas cosas simplemente no bastan. A menudo necesitas algo más: ayuda espiritual. Yo estoy en condiciones de brindarte esa ayuda con liberalidad, y tú puedes acceder a ella por medio de la oración. Las oraciones que haces por tu curación activan Mi poder espiritual, que entonces interviene para restablecer tu cuerpo.
La electricidad es invisible, pero se sabe que existe porque se ven sus efectos. Se acciona el interruptor y se enciende la luz, o el aparato se pone a cumplir la función para la que fue diseñado, lo cual te facilita la vida. La oración es así de práctica, solo que infinitamente más eficaz. Es el medio para conseguir que el poder del Cielo actúe en el plano terrenal. Además, puede obrar toda clase de portentos, entre ellos, sanar tu cuerpo cuando lo necesites.
Pero así como la electricidad no te rinde ningún beneficio si no la explotas, todo ese poder celestial no te sana si no echas mano de él. Acciona el interruptor, conéctate conmigo. Mis ilimitados recursos están a tu disposición.
Soy capaz de sanar cualquier cosa
A Mis primeros seguidores les dije: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra», y: «Todo lo que pidiereis en Mi nombre, lo haré»1 Esas promesas han convencido a millones de personas de que soy capaz de responder las oraciones. Todo ese poder está a la espera de que lo aproveches y lo actives por medio de tus plegarias. No hay límite alguno a lo que soy capaz de hacer.
Puedo sanar cualquier cosa. Hasta puedo devolver la vida y la salud a una persona que ha fallecido. Hace dos mil años, cuando recorrí los polvorientos caminos de Palestina, resucité a algunos, y Mi poder no ha mermado desde entonces. Si pude hacer eso, sin duda puedo librarte de cualquier cosa que te aqueje.
Puedo obrar lo imposible, y me deleito en tratar casos difíciles. Soy capaz de hacer cualquier cosa que me pidas, siempre y cuando tengas fe. Eso es algo que te quiero demostrar. Puedo devolverle las fuerzas y la salud a tu debilitado cuerpo. Puedo infundir perfecta paz y reposo a tu mente turbada. Puedo poner alegría y luz en tu apesadumbrado corazón.
Mi poder para sanar es más eficaz que ninguna medicina o tratamiento. Por eso, acude a Mí, y derramaré sobre ti Mi bálsamo restaurador conforme a tu petición y tu fe. Da por hecho que obraré milagros.
1. Mateo 28:18; Juan 14:13
Nuestro contrato
¿Cómo se obtiene curación? De la misma forma que se obtiene cualquier otra cosa de Mí. Basta con que me la pidas, que creas en Mis promesas, que cumplas con la parte que te corresponde y que confíes en que te contestaré con la opción que considere mejor para ti.
Mi Palabra1 es como un contrato entre tú y Yo, en el que te hago muchas promesas concretas. Entre otras cosas, me comprometo a sanarte en respuesta a tus oraciones. Como sucede con cualquier contrato, hay ciertos términos que ambas partes deben cumplir. Sin embargo, si estudias este contrato, creo que concordarás conmigo en que te lo facilité lo más posible. Lo único que pido es que cumplas algunas condiciones elementales, entre ellas admitir humildemente tu necesidad, pedirme ayuda y tener el corazón limpio delante de Mí y de los demás.
En nuestro contrato también me reservé el derecho de obrar según lo que más te convenga a ti y a los demás, aunque eso implique que tal vez no responda a tus oraciones exactamente como me pides o en el momento en que quisieras. Normalmente das por hecho que lo que tú quieres es lo mejor, pero en realidad solamente Yo sé lo que más te va a beneficiar. Aunque por lo general esperas resultados inmediatos, en muchos casos Yo deseo lograr primero otras cosas para que el resultado global sea aún más extraordinario. Por eso, cuando me pidas que te sane, acuérdate de decir: «Haz lo que te parezca mejor». Si el momento y las condiciones son propicios, te curaré. Pero si no te respondo enseguida, no dudes ni te desesperes. Estoy en compás de espera para poder darte lo mejor.
Una vez que hayas hecho lo que Yo espero de ti, recuérdame Mis promesas2 y exígeme que las cumpla. Ten por seguro que siempre respetaré nuestro contrato. ¡Soy fiel a Mi palabra!
1. La Palabra de Dios es la Biblia y otros escritos de inspiración divina. También puede comprender mensajes de Dios recibidos en profecía.
2. En la página 57 encontrarás una lista de promesas de curación que aparecen en la Biblia.
Efecto multiplicado
La oración es sumamente eficaz. Más eficaz aún es pedir a otras personas que recen contigo. Por eso dije a Mis primeros discípulos: «Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la Tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por Mi Padre que está en los Cielos»1.
El apóstol Santiago también instruyó a los primeros cristianos diciéndoles: «¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo»2 . Un anciano de la iglesia puede ser cualquiera que crea en Mi poder para sanar. Viene bien orar en compañía de otros creyentes. El solo hecho de oír sus plegarias te infunde fe. Claro que si los que oran se encuentran en lugares distintos pero igual lo hacen con un mismo propósito y una misma fe, Yo considero que han orado juntos.
Si las circunstancias te impiden pedir a alguien que rece contigo, igual escucharé y responderé a tu oración. El aceite para ungir a los enfermos simboliza Mi bálsamo curativo, que me pides que derrame sobre ti. El aceite en sí -que puede ser un simple aceite de cocina- no sana. Pero al recibir la unción demuestras tu fe en Mi poder.
En definitiva: Pide a otras personas que recen por ti, si puedes, y manifiesta tu fe por cualquier medio que te sea posible; pero ten presente que Yo no estoy supeditado a ceremonias. Haz lo que puedas, y «la oración de fe salvará al enfermo».
1. Mateo 18:19
2. Santiago 5:14,15

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