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viernes, 17 de diciembre de 2010

Epílogo


Si nunca has experimentado el profundo amor que expresan estos mensajes de Jesús, tal vez sea porque todavía no has recibido los regalos que Él hace a quienes lo aceptan como Salvador. En efecto, Él nos ofrece a todos amor y vida eternos, y está esperando humildemente a que lo invites a participar de tu vida. Dice: «Yo estoy a la puerta [de tu corazón] y llamo. Si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él»1. Acéptalo ahora mismo haciendo sinceramente la siguiente oración:

Jesús, gracias por regalarme vida eterna por medio de Tu sacrificio en la cruz. Te ruego que me perdones todas mis faltas y ofensas. Lava mi alma de todo eso y haz de mí una mejor persona. Necesito que Tu amor me llene y me sacie interiormente. Anhelo la vida de felicidad que me ofreces, tanto aquí, en este mundo, como en el Cielo cuando pase a mejor vida. Te abro la puerta de mi corazón y te pido que entres en mí. Gracias por escuchar y responder mi oración, y por ayudarme a comunicar Tu amor e influir para bien en los demás. Amén.
1. Apocalipsis 3:20

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