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domingo, 5 de diciembre de 2010

MEDITACIONES DEL CIELO (SEGUNDA PARTE)

1. Arte de nubes
2. El Río Mágico de la Vida
3. La rotonda de la visión celestial
4. Ingravidez
5. Paseo en yate
6. Estatuas vivientes
7. Vista panorámica
8. Seres fragantes
9. Perderse en Mi amor
10. Una experiencia bajo el agua
11. Un despliegue de belleza natural
12. Una puesta de sol celestial

1. Arte de nubes
Caminas por un sendero en un bosque de hayas. Los bordes del sendero están señalados por el mismo musgo brillante que crece al pie de los árboles añosos que te rodean. El aire es húmedo, y lo refresca una suave brisa.
Mientras caminas, nubes difusas empiezan a desplazarse por el dosel del bosque con un movimiento que recuerda a una danza a cámara lenta. Parecen que quisieran llamarte la atención mientras dan vueltas y giran en la brisa. Las miras y empiezan a agruparse como actores que se sitúan en el escenario antes de que suba el telón.
Encuentras un lugar cómodo para sentarte entre dos largas raíces de un árbol corpulento. Te acurrucas ahí y, mientras un suave almohadón de musgo y hojas te resguarda del viento, vuelves a alzar la vista mientras las formaciones de nubes adoptan formas suaves que te recuerdan a personas, lugares y otras bendiciones que disfrutas. Te hacen reír las formas chistosas en que se representa lo que te da felicidad y satisfacción.
¿Los ves? Son Mis ángeles, a los que les gusta recordarte de maneras sencillas los regalos que te hago por amor. Les encanta ilustrar los cuidados que te prodigo. Cada vez que empiezas a ver que los afanes de la vida tapan tus bendiciones hacen que parezcan insignificantes, siempre están esperando entre bastidores una oportunidad de armar un espectáculo que saque a relucir Mi desvelo en todo su esplendor. Alábame en tu corazón con incesante alegría mientras contemplas a Mis artistas que crean con nubes.
2. El Río Mágico de la Vida
Te deslizas lentamente por el Río de la Vida en una majestuosa barca dorada. Aunque no avanzas a toda velocidad, el paseo te llena de euforia. Te propulsa el espíritu, y todo lo que te rodea, vive y se mueve con ese mismo espíritu apacible y hermoso del Cielo. Te invaden los sentidos colores, visiones y sonidos increíbles mientras contemplas a un lado y otro las orillas del río.
En tu interior sucede algo inusitado. Sientes tranquilidad, como si lo que ves y experimentas te protegiera y brindara serenidad. Sientes el deseo de echarte hacia atrás, y, como si tu deseo pudiese oírse, sientes que el asiento se mueve y cambia de posición a tus espaldas. Tu deseo se hace realidad. Ahora vas en una cómoda silla reclinable. Tienes la altura justa y es muy cómoda, y todavía ves la orilla.
Contemplas los bellos árboles mientras avanzas junto a ellos. Hadas juguetean en sus ramas y recogen frutas para que las pruebes. Saboréala. Te han ofrecido un trozo escogido. Esta fruta no es como ninguna otra. Su néctar es una poción mágica que te ayuda a relajarte y olvidar los afanes y preocupaciones. Toma un bocado. Prueba su delicioso néctar. Es celestial. Es como si hubieras vuelto a la infancia, reposando bajo un reluciente dosel dorado.
Descansa, amor Mío. Cierra los ojos y deja que el néctar llene de paz todo tu ser mientras te entregas a Mí y dejas tu mente en blanco.
3. La rotonda de la visión celestial
Imagínate pasando de las naves laterales a la rotonda de la visión celestial. Es como si te hubiera transportado a otra dimensión. Afuera hay ruido y actividad constantes que te estimulan a la actividad; ruido continuo de voces que te envuelve, que te llaman. Hay una demanda constante de tus energías por todas partes: de tu familia, de gente de tu Hogar, de compañeros de trabajo, o bien el propio trabajo. Tienes que estar en guardia porque siempre hay peligro de ataque.
Pero ahora te llamo a situarte bajo la cúpula. Aquí sientes una tranquilidad y una calma que casi se te había olvidado que existían. Como te habías acostumbrado, apenas si te dabas cuenta del bullicio que había en el exterior. Mas en cuanto se cierran a tus espaldas las puertas de este recinto sagrado, se apaga el ruido, termina la urgencia y la presión de tantos quehaceres.
Alzas la vista a la cúpula. Contemplas la inmensidad del universo. Qué insignificante eres en comparación con la eternidad, con la infinidad de estrellas, planetas y galaxias. Te das cuenta de que no solo creé todo eso, sino también a ti.
Te invade el asombro y te maravillan Mi grandeza y Mi poder. En ese momento, todas las preocupaciones se desvanecen. Se esfuman todos los afanes y cargas que te pesaban emocional y mentalmente. Aspiras profundamente Mi renovador aire celestial, y su poder vigorizante contrasta marcadamente con el aire enrarecido de las naves laterales, que muchas veces te deja jadeando y débil. Aquí no. Aquí el aire es tan limpio, fresco y enriquecido con el espíritu que cada vez que inhalas sientes que todo el cuerpo se te rejuvenece y renueva.
Sientes mucha calma y relajación. Te envuelve un amor tan fuerte que nada puede interferir; no hay preocupaciones ni afanes que entren aquí donde se funden nuestros corazones.
4. Ingravidez
Échate en un sitio cómodo y cierra los ojos. Aspira hondo. Siente cómo se te eleva el espíritu. Siéntete como si flotaras. Experimenta el milagro de que todos tus afanes y tus cargas queden atrás. Si alguno trata de aferrarse a ti, recuérdate que no eres de este mundo; solo llevas puesta una especie de vestidura corporal, y te la estás quitando (y junto con ella salen los afanes que la acompañan) y te vas volando hacia tu hogar del Cielo para tomarte un breve descanso. Puede ser breve o prolongado dependiendo de cuánto tiempo quieras quedarte.
Me encanta que Mis hijos pasen tiempo conmigo y no piensen en el trabajo, sus deberes, su familia, sus tareas y otras presiones de la vida. Me encanta tenerte en brazos y estar junto a ti. Tu amor significa más para Mí que nada que puedas hacer por Mí o en Mi Nombre.
5. Paseo en yate
Estás en el mar en un luminoso y soleado día. Vamos en Mi yate. Es fácil de maniobrar y es entretenido ir a pasar un día en el agua. No ves otra cosa que el inmenso mar en todas direcciones, y sientes cómo te envuelven Mi amor y Mi presencia. El aire tiene una fragancia agradable. La vista es espléndida. La brisa, refrescante. Te sientes poca cosa en medio de algo tan impresionante.
Reposas en la cubierta mientras el yate se desplaza con el movimiento suave y constante del oleaje. Te relajas con un trago refrescante; ¡el que más te gusta! Miras por la borda y ves todo un mundo a tus pies. Un mundo donde no hay prisas y los peces y otros seres marinos se deslizan suavemente en su mundo acuático. Esto es el Cielo, y todo es celestial.
Hay peces grandes, pequeños, de colores, y peces sin más. El agua parece muy, muy profunda; parece que no termina nunca. Hay ballenas, tiburones, delfines, rayas y todos los animales marinos que puedas imaginar. Y todos son amistosos. Algunos se acercan a la superficie, y si te inclinas y metes la mano en las frescas aguas se acercan y se dejan tocar. Juegan en su inmenso mundo submarino, bailan, hablan y me alaban en todo lo que hacen.
Aquí en alta mar reina el silencio. Oye el viento mientras golpea las velas, pero aparte de eso todo es silencio, todo es reposo.
6. Estatuas vivientes
Entras en una sala magnífica llena de esculturas como las que esculpió Miguel Ángel en la Tierra, pero mucho más majestuosas. Parece que las hermosas columnas blancas y doradas alzaran los brazos en alabanza y adoración a Mí.
En esta sala hay muchas estatuas de personas, ángeles y otros seres espirituales. Aunque parecen de piedra, te da la impresión de que una de ellas dijera algo. En efecto, amada Mía; acércate y escucha lo que dice. A medida que te acerques a cada una, cobrarán vida y te hablarán de Mi bondad, me ofrecerán alabanzas o te dirán palabras de amor al oído.
Cada estatua tiene algo importante que decirte. Son tantas que podrías quedarte un rato muy largo en la sala, pero no hace falta que las veas todas hoy. Siéntete con libertad para regresar a esta sala y escuchar lo que diga cada una. Verás que te cuentan tantas maravillas sobre Mí que automáticamente querrás pensar en Mí y alabarme con ellas, y descubrirás que al hacerlo se te afianza y renueva la fe.
7. Vista panorámica
Te alzas sobre un monte desde el que se divisa un valle muy verde. Una brisa fresca y energizante te acaricia el rostro y los cabellos. Miras hacia el cielo. Una inmensa ave multicolor se remonta sobre el viento. La misma brisa que pasa a tu lado impulsa sus alas hacia lo alto. El ave vuela con toda facilidad, moviendo e inclinando ligeramente las alas de vez en cuando para mantenerse en el centro de las fuertes corrientes de aire mientras golpean la pared montañosa y ascienden como una fuente invisible que sustenta en el aire a tan majestuosa ave.
Sientes que la misma brisa te eleva al cielo. No haces ningún esfuerzo; simplemente mantienes los brazos extendidos. Es natural y relajante. Junto al ave sobrevuelas las bellezas de la creación, y te deleitas contemplando el panorama multicolor mientras te elevas sin el menor esfuerzo dejando atrás toda carga.
8. Seres fragantes
Imagina que estás en una cómoda silla reclinable esperando un día de cuidados espirituales. Ese tratamiento dejaría en pañales todas las terapias terrenales, porque la relajación que empiezas a sentir aquí tiene un efecto mucho más adentro que la piel y los músculos.
Hipnóticas y celestiales fragancias te llegan por el aire. Respiras hondo para absorberlas al máximo, y al hacerlo surten efecto en ti. Se combinan con cada uno de tus pensamientos y lo dirigen hacia Mí.
Estas fragancias son espíritus ministradores que vienen a aliviar tu alma, relajar tus nervios y darte paz interior. Déjalas entrar. Deja que penetren a fondo con sus pociones curativas y fortalecedoras. Deja los sentidos terrenales y cuanto te rodea mientras te dejas llevar por esta sensación de calma interior. Te llevarán directamente a Mí.
9. Perderse en Mi amor
Te tiendes sobre la espalda sobre un montículo cubierto de hierba y salpicado de blancas florecillas silvestres. Detrás tienes una cordillera increíble; es muy alta y está cubierta de nieve. Ante ti tienes un vallecito atravesado por un río apacible. A la distancia, campos, bosques y lagos se extienden hasta donde llega la vista diluyéndose en las neblinas del horizonte.
Es uno de esos días en que sentarse a la sombra daría frío, pero es muy rico sentarse al sol, sintiendo sus cálidos rayos y la luz que te acaricia. Una brisa suave trae el aire fresco de la montaña.
Miras hacia el cielo despejado, y te relajas. Hoy no hay nubes. El cielo está tan despejado y azul que te parece que podrías zambullirte y nadar en él. Lo raro es que no ves el sol. Sientes su calor y ves su luz por todas partes, pero cuando miras al cielo no hay un sol que te ciegue y obligue a taparte los ojos.
Todo lo que ves de un extremo a otro del horizonte es un límpido cielo azul. No sientes otra cosa que Mi amor, que es mucho más grande, profundo y eterno que el cielo físico. Te abandonas a Mi amor.
10. Una experiencia bajo el agua
Ahora cierra los ojos, porque los ojos físicos te impiden sentir y ver lo que quiero mostrarte. Dame la mano y deja que te guíe. Siente el agua que te lame los tobillos. Parece que camináramos por la playa. Notas las caricias de la arena bajo tus pies y entre los dedos. No es una arena dura o áspera; es suave y muy cálida.
Una ligera brisa salada impregna el aire. Sientes que el agua te sube alrededor de las piernas. Ya te llega a las rodillas; ahora hasta el pecho. No me has soltado la mano. Abres los ojos justo cuando el agua te cubre la cabeza, y ves que sigues respirando. Te sientes como en tu casa bajo el agua; como si se te hubiera creado para vivir en un ambiente así.
Caminas sin problema por el fondo del mar. Ves a otros a la distancia, pero están muy lejos para que los distingas bien. Algunos nadan. Hay hasta quienes tienen bellas colas de colores como las sirenas de los cuentos. El fondo arenoso es suave y transparente, aunque tiene toques de color y piedras en algunos puntos, como si lo hubieran decorado. Por todas partes hay bancos de peces coloridos. No tienen miedo de ti.
Te adentras un poco más lejos y más hondo, pero todo sigue tan luminoso y claro como si estuvieses a pocos metros de la superficie. El agua tiene un color como de aguamarina y parece de cristal.
Se te acerca un pez enorme. Aunque lo reconoces como una especie de tiburón, no tienes motivo para preocuparte. No asusta como los de las fotos que has visto en la Tierra; es bonito y amigable. Lo acompaña su cría, y por lo visto lo está pasando tan bien como tú. Le das unas palmaditas en el lomo mientras pasa a tu lado.
Cerca de allí, unas tortugas grandes nadan sincronizadas. Son majestuosas. Te detienes y las observas por un momento.
Todo es nuevo, refrescante y apacible. Alzas la vista y ves las ondas que se forman en la superficie del agua. Subes para ver de dónde viene la corriente. Cuando llegas a la superficie y pasan las ondas por ti te recorre una oleada de pura energía. Te acuerdas del poema del padre David El viento de libertad.
Te das cuenta de que estás dentro de las corrientes del Viento mismo de Libertad. Es una de sus manifestaciones. Sientes que te invade una fantástica oleada de placer, libertad, pasión y poder, que se queda en ti por un momento. Mientras flotes en su corriente te llevará con ella, como una ramilla en un arroyuelo. Pero no te preocupes; tendrá cuidado para que no te golpees contra ninguna piedra.
Déjate llevar por el Viento de Libertad. Contempla los paisajes y escucha los sonidos. Deléitate sintiendo las corrientes de agua contra la piel. Déjate llevar.
11. Un despliegue de belleza natural
Estás en la playa más hermosa y serena que hayas visto jamás. El agua es de una tonalidad violeta intensa, pero tan transparente que ves hasta el fondo.
Todo lo absorbes: el aroma vigorizante del aire salado, la incesante brisa marina y las pocas nubes de formas perfectas que pasan flotando por el cielo cristalino. Oyes el ritmo constante y apacible de las olas que se estrellan contra la orilla. A tus espaldas, las blancas arenas se extienden hasta unos metros más allá del agua para dar paso a un espeso manto de hierba de color verde esmeralda.
Altas palmeras se mecen con delicadeza complementando el paisaje. Un poco más adentro, justo donde termina la hierba, empieza un hermoso campo de flores de colores muy variados que se complementan entre sí. A su vez, el campo florido da paso a un tupido bosque maravilloso como de cuento. Más allá del bosque hay elevadas montañas con las cumbres nevadas.
Contempla la escena, Mi amor. Deléitate en esa calma y esa serenidad. Conmigo en este rincón lleno de bellezas naturales combinadas encontrarás la paz que sobrepasa todo entendimiento.
12. Una puesta de sol celestial
Concéntrate en la espléndida puesta de sol que he creado para ti aquí en Mi reino celestial. Cuando se pone el sol, los colores del cielo danzan y se transforman en bellos matices amalgamados, primero pasteles y luego tonos vivos e intensos. Cada color imparte una sensación que se incorpora a ti cuando lo miras.
Ahora no solo contemplas la puesta de sol, sino que te has elevado para entrar en ella. Flotas en ella absorbiendo la calidez del sol, la energía que irradian cada color y tonalidad y la refrescante neblina que va por el aire.
Cuando pasas por las nubes, tu espíritu se lava de toda carga. En este magnífico despliegue de luz y color te sientes verdaderamente libre.

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