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domingo, 5 de diciembre de 2010

MEDITACIONES DEL CIELO (TERCERA PARTE)

Sumario
1. Piedras preciosas
2. Explorar los elementos
3. El castillo de la meditación
4. El jardín botánico
5. Verdades extrañas
6. La magia de la música
7. El roble celestial
8. El río de la vida
9. El espíritu de la música celestial
10. La Cena de las Bodas

1. Piedras preciosas
Te encuentras en una sala de una blancura acogedora, suave y tenue. Fijas la atención al centro de la sala, donde hay una pila de piedras preciosas multicolores. Son grandes y ya están talladas. La luz les arranca destellos.
Te acercas hasta la pila de piedras preciosas, que está un poco elevada sobre el piso, como si se apoyara en una mesa invisible. Sin embargo, cuanto te rodea y que la pila parezca flotar a la altura de tu cintura no tienen mucha importancia para ti; prestas toda tu atención a las piedra preciosas.
No las miras con codicia. No estás interesado en llevártelas, a pesar de lo valiosas que son. Lo único que te interesa es contemplar su belleza. Solamente quieres contemplarlas y admirarlas: cómo brillan, lo bellísima y única que es cada una, aunque no hay ninguna a la que prefieras por encima de las demás.
Casi te deslumbran, porque cada una es espectacular. Cada una es diferente y te llama la atención. Te pierdes entre colores, formas y bellezas. Escúchalas mientras cuentan sus secretos.
2. Explorar los elementos
Aquí en el Cielo hay un lugar adonde puedes ir para experimentar plenamente los elementos de la creación. Puedes despojarte de tu forma humana y convertirte en una entidad consciente. Es una oportunidad única de tocar en la orquesta de Mi creación.
Puedes ser una ráfaga de viento que recorre el planeta en un centenar de corrientes de aire que se arremolinan como una melodiosa tonada al violoncelo, que calienta en el frío invierno. O danzar juguetonamente como la flauta mientras tus corrientes frías y refrescantes traen alivio y alegría en el calor abrasador del desierto. O formar una tormenta que resuene como golpes de timbal iluminando el cielo en un despliegue de energía mientras te llevas lo viejo para que pueda brotar lo nuevo.
También puedes ser como el sonido suave, delicado y constante de la viola mientras impulsas las velas henchidas de un navío con rumbo a nuevos horizontes.
Puedes ser una gota que baila una magnífica danza que representa el ciclo del agua. Comenzando como una nube, podrías asumir la naturaleza de los sonidos etéreos y suaves del arpa mientras flotas en las corrientes de agua, unas veces ligera y casi invisible, y otras fuerte y estruendosa mientras las notas se acumulan formando altísimas columnas de una belleza majestuosa.
Luego podrías pasar a la danza alegre del clavecín mientras caes y das volteretas como lluvia en tu viaje gozoso hacia la Tierra. Algunas veces llegas como una ligera neblina que acaricia, y otras con la fuerza de una lluvia tropical. Tu llegada podría suscitar una tristeza momentánea o una emoción profunda, pero no tardan en regresar los sonidos juguetones cuando empieza a brotar la vida.
Cuando emprendes la siguiente fase de tu travesía por el aire, puedes asumir la naturaleza del violín: primero como un delgado riachuelo que serpentea entre guijarros y más tarde se une a otros volviéndose más caudaloso y rápido, hasta que por fin desciende esplendoroso por cascadas y rápidos para terminar en la plenitud lenta del mar.
Luego puedes convertirte en las notas impresionantes y potentes del órgano, que van aumentando de volumen hasta volverse atronadoras mientras los cálidos rayos del sol te elevan imparablemente hasta que reinicias la danza. Para variar, esta vez podrías empezar con el sonido helado del triángulo, pero esa sería otra experiencia.
Puedes ser un rayo de sol, y asumir los tonos envolventes y dominantes del piano cuando sus notas estimulantes comunican luz, calor y energía a Mi sinfonía de la vida, transportando cada tonalidad para que se mezcle con todas las secciones de Mi orquesta de la creación, infundiendo vida y dinamismo a todo y creando la gama completo de Mi amor, que dio vida a todo y sustenta y optimiza la belleza y grandiosidad de las demás partes de este canto de alabanza a Mí.
Este rincón del Cielo es único. Puedes venir simplemente para participar del milagro de Mi creación de esta forma tan singular, o para tener tranquilidad sabiendo que, como la sinfonía perfecta, creé todos estos procesos increíbles para tu beneficio. ¿Te gustaría probarlo?
3. El castillo de la meditación
Te acomodas en los almohadones y miras por la ventana de este mágico refugio. Aprecias este tiempo alejado de tu servicio a Mí, y asimilas la apacible belleza de este lujoso aposento del Castillo de la Meditación. Ya sientes sus efectos terapéuticos. Te sientes con más calma y en reposo, y te invade una paz que sabes que proviene solo de Mí y de pasar un tiempo provechoso en Mis brazos.
A lo lejos, ves el resplandor y la majestuosidad de un grupo de ángeles que se disponen a recorrer el universo. De pronto, ya no están. Se los llama a otra misión en la Tierra. Otra victoria está a punto de ganarse. Sonríes. Recuerdas una vez más que todo está en Mis sabias y omniscientes manos. Eso es algo que se siente aquí con mucha intensidad. Percibes mucho orden y poder, y también mucha paz. No hay nada de qué preocuparse. Hay un plan magnífico y perfecto para ti, para tus seres queridos, para toda la humanidad y para cada parte de Mi creación.
Reconfortado, dejas de pensar en todo salvo en Mí. Cualquier otro pensamiento se esfuma. Sale volando por la ventana y se pierde en la distancia, y te quedas con una expectativa tranquila y un deseo que solo Yo puedo satisfacer.
4. El jardín botánico
Imagínate entrando conmigo por una amplia puerta que da a un hermoso jardín botánico en el Cielo. Sí, allí te estoy llevando hoy. Quiero que saborees la belleza de Mi creación mientras paseamos por este magnífico jardín. Como observarás, no solo son espléndidas en sí las flores y demás plantas, sino que el sendero por el que vamos está hecho de una variedad de piedras preciosas que hacen que destelle con su propia belleza.
Lo que te rodea te deja con la boca abierta. Muchas de las que hay en este jardín son flores que jamás viste. Y las que ya conoces son muchas veces más bellas, coloridas y perfectas. En el ambiente flotan fragancias aromáticas. Son fragancias que no chocan ni agobian; son sutiles y cambian dependiendo de la flor que estés admirando o asimilando.
Te preguntas cómo puede ser que esto sea un jardín siendo tan extenso, más que ningún otro del que tengas noticia. Pues bien: para que tenga todas las variedades de flores y plantas que he creado tiene que extenderse más allá de donde alcanza la vista. En la Tierra solo tienes una pequeña fracción de esta riqueza botánica. Tengo infinidad de flores exóticas, enredaderas y otras plantas y árboles que mostrarte. Te parecerá un jardín mágico, ya que es como si cada planta tuviera una vida y personalidad propias.
Olvídate por un rato de tu mucho trabajo y disfruta del jardín. Concéntrate en la belleza que tienes ante ti.
Con cada bocanada de aire que aspiras, la fragancia de las flores te llena de perfume embriagador del Cielo. Con cada vista hermosa y cada color que asimilas, sientes que recibes fuerzas y vida. Con cada sonido que oyes —ya sea el trinar de un pájaro, el murmullo del agua en una fuente o un arroyo, la música celestial que impregna el aire— adquieres esperanza, alegría y energías en cada fibra de tu ser. Todo lo que hay en este jardín es perfecto y emite una energía que renueva y revitaliza.
5. Verdades extrañas
Imagina que estás en un arroyo que fluye mansamente. El sonido del agua que choca contra las piedras de la orilla del arroyo se oye muy débilmente. Miras las aguas y ves que te reflejan, pero cuando miras más allá ves unos cangrejitos ermitaños bailando al ritmo de la corriente. Hay pececillos que nadan felices, mordisqueando las plantas mientras pasan.
Cuando los rayos del sol se posan en la superficie, ves el reflejo de las piedras preciosas que forman el lecho del arroyo. ¿Ves los colores que cobran vida en el fondo cuando el sol ilumina con sus rayos un diamante por aquí y un zafiro por allá? El intenso rojo de los rubíes, el verde luminoso de las esmeraldas y el violeta de las amatistas despiertan cuando los recorre la luz.
Sumerge las manos. Siente las refrescantes aguas. Tienen la temperatura precisa para que te sientas a gusto. No te preocupes por los organismos que hay en el arroyo: las verdades extrañas; son inofensivas. Recuerda que en este lugar espléndido, en Mi Reino, nada hace daño ni destruye.
Prueba el agua. Es deliciosa, ¿verdad? Lávate en ella. Juega en este arroyo sereno de Mi Espíritu. Relájate y báñate en su belleza y tranquilidad. Entrégate a su serenidad. Deja que lave suavemente los pensamientos que se te atropellan en tu cabeza y te serene.
6. La magia de la música
Cierra los ojos e imagina lo siguiente: Estás escuchando música, la música que te gusta, la que te conmueve espiritualmente. Sientes que te fundes con ella, hasta el punto de sentir que está viva. Se mueve y danza a tu alrededor y contigo. Capta toda tu atención. Ahora se aleja y sientes que te atrae hacia ella como un imán. Te impulsa hacia arriba, a otro plano, a una pista de baile celestial.
Ves que llevas puesta la vestidura ideal para el estilo de baile que te gusta. Hay una bola gigante de cristal que gira lentamente en el centro del salón irradiando luz y colores mágicos. Se mueve al compás de la música como si también estuviera viva. El salón se llena de notas que se turnan para bailar contigo, adoptando la forma de la pareja ideal, una nota cada vez.
Al dejar que la música te conmueva, dejas por completo de pensar en ti. Te abandonas por completo a su ritmo y melodía. Entonces se produce una transformación. Al olvidarte de ti, Mi música celestial reemplaza todo temor, preocupación e inquietud que tengas en el fondo de tu corazón con una sensación intensa de calma, fe, satisfacción y dulce entrega. Mi música celestial es mucho más que sonidos. Es espíritu, es energía, y te impulsará a lugares increíbles.
7. El roble celestial
Imagina un roble gigantesco y majestuoso, totalmente cubierto de hojas de un verde muy vivo. Este roble celestial es un refugio para ti y para Mí. Cuando te sientas o echas en una de sus ramas, cambia de forma y se forma un hueco en el que te puedes acurrucar. Aquí puedes absorber totalmente los efectos curativos de la energía verde y sentirte renovado por ella. El aire es fresco, fragante, puro, vivificante y tranquilo. Todo es perfecto. Ideal para nuestros ratos de meditación. ¡Me encanta! ¿Y a ti?
8. El río de la vida
Presta atención al murmullo del agua. Aumenta de volumen cuando te das cuenta de dónde estás.
Te has sentado en una roca bastante grande, en la misma orilla. Metes los pies en el agua fresca y cristalina, que contrasta con el calor del sol que sientes en la espalda. Al cabo de un rato sacas los pies y los pones sobre la roca caliente que tienes a tus espaldas. El calor te da mucho gusto en los pies.
Después de un rato, alargas la mano hacia un montón de hojas que tienes atrás y las vas echando de una en una en el río. Observas mientras cada una pasa flotando entre las piedras hasta que se pierde de vista. Y arrojas otra.
«Se parece mucho a mi vida —piensas—; soy una hojita que flota en el río de la voluntad de Dios. No hace falta que se me dirija, y sin embargo no hay peligro y por el camino no me golpeo contra las piedras. De tanto en tanto, un golpecito me impulsa de vuelta hasta el centro del arroyo, pero es como si tuviera una protección mágica. Los ángeles me protegen aunque no los vea. Me sostienen como estas aguas. Aunque son invisibles, siento con mucha frecuencia su efecto.»
9. El espíritu de la música celestial
Mientras haces una pausa en el feo estruendo de la vida y cierras los ojos para pensar en Mí, sientes que los sonidos de este mundo se van atenuando y te evades viniendo a Mi salón celestial de conciertos. Allí oyes la música del Cielo. Es la clase de música que te vuela, te transporta con cada una de sus notas, que son perfectas. Casi ves la música de colores, y hay cientos y son preciosos. Las melodías celestiales te envuelven y flotas en sus perfectas notas. Las oyes, ves y sientes.
De cada una emana un poder. Es el espíritu de la música celestial. Es como el Espíritu de Libertad. No tiene una forma o apariencia fija, sino que es como una combinación delicada de viento y agua. Mientras te recorre el cuerpo sientes una gran serenidad y reposo mental y emocional, una dicha inexplicable, una sensación reconfortante y cálida.
Te deja una sensación de plena satisfacción, pero deseando más. Quieres que te lleve más adentro del mundo de sus sonidos, dejarte llevar por la música, explorar cada nota. Sabes que estoy dentro de ella y que cuanto más permitas que su sonido te cautive y transporte más te acercarás a Mí.
Escucha los compases de la melodiosa música y aspira hondo el fragante aire del Cielo.
10. La Cena de las Bodas
¡Por fin ha llegado, y te sientes como un niño que vive mil navidades a la vez! Durante los meses y años que pasaste madurando, aprendiendo, luchando y superando obstáculos, pensar que se acercaba este momento te dio muchas veces las fuerzas y el valor para dar otro paso y rescatar un alma más de las tinieblas. Y ya llegó.
Das un paso hacia el mar de vidrio, en donde está a punto de comenzar la celebración, y te quedas sin habla al entender realmente en qué participaste. Las muchas veces en que te pareció que luchabas sin ayuda contra el Enemigo se vuelven de pronto tan insignificantes al mirar la inmensidad de personas, ayudantes, ángeles y otros seres espirituales que se han congregado para la celebración más grande del Cielo hasta la fecha. Te das cuenta de que en todo momento te rodearon multitudes que rogaban por ti, luchaban a tu lado, te sostenían, velaban por ti y te amaban, hasta este instante grandioso que vives ahora.
Lo curioso es que a pesar de la magnitud de la celebración, no te sientes insignificante. En cuanto pusiste el pie en el mar de vidrio se extendió una mano para tomar la tuya. Lo que llegaste a comprender y la escena te sobrecogieron tanto que ni te fijaste en quién estaba a tu lado. Ahora te das la vuelta para ver quién es este amigo que notó que necesitabas ayuda. Al volverte te encuentras mirándome directamente a los ojos. La sorpresa inicial de ver una escena tan inmensa se desvanece y te invad
e una sensación de completa confianza y amor. Te susurro al corazón: «Basta con que alces la vista y me verás dondequiera que estés, mirándote solamente a ti».
Me retiro un poco mientras un pequeño grupo de amigos emocionados se junta a tu alrededor y te invade la alegría de verlos. El grupo que te rodea no deja de aumentar. Los conoces a todos y te acuerdas de cómo los conociste. Cuando te das cuenta del efecto que tuvieron en la Tierra tus esfuerzos aparentemente insignificantes, te invade una sensación de satisfacción y humilde gratitud a Mí. Cada vez que piensas en Mí, alzas la vista y ahí estoy a poca distancia, mirándote con cariño a los ojos.
La música flota en el ambiente y te envuelve deleitando todos tus sentidos. Ni se te ocurre inhibirte. Bailas, ríes, y cantas, y todo el mundo baila, ríe y canta contigo.
Cuando por fin se apaga la música, se te antoja relajarte en un sofá con forma de nube en medio de un grupo de amigos íntimos. Mientras disfrutas de las delicias celestiales que desfilan flotando apetecibles una tras otra, llega la hora de las felicitaciones. No hay discursos pesados ni largas colas de espera. Es más como estar sentados en un parque con los amigos mirando los fuegos artificiales más espectaculares. Cada uno tiene su momento, se lo presenta y recibe su premio; y lo asombroso de cada recompensa, que es única, es lo mucho que te emociona.
Vuelves a sentir esa mano en la tuya. Te encuentras flotando suavemente a Mi lado y todos te miran. Lo curioso es que no sientes la menor incomodidad. Te declaro Mi amor y el aire se llena de color y de sensaciones mientras te entrego premios que superan con mucho cuanto pudieras soñar. Pero en ese momento hay algo que supera hasta los galardones más increíbles. Me abrazas y no dejas de decirme: «¡Todo lo que siempre quise era tenerte a Ti, Jesús! Gracias, gracias y mil veces gracias.»
En ese momento, te das cuenta de que todas aquellas veces en que no sabías si saldrías adelante, en que sentiste tentaciones de desistir, en que pensaste que había llegado tu fin, culminaron en este momento. Por fin sientes sincera gratitud por cada experiencia que viviste. Esta es la victoria final. Te ayudé a superarlo todo, y ahora te encuentras aquí, hoy, viviendo la plena culminación de tus esperanzas y sueños.
¡Caes en la cuenta de que esto no es sino el comienzo! ¡Lo que empezó como una fiesta para celebrar el fin y entregar los galardones de una era se transforma en una celebración increíble de victorias futuras aún mayores! ¡A festejar se ha dicho!

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